miércoles, 10 de agosto de 2016

ORACION A LA SANGRE DE CRISTO EN UNA SITUACION DIFICIL

ORACION A LA SANGRE DE CRISTO EN UNA SITUACION DIFICIL












Adorada sangre de Cristo, a ti vengo con fe de mi alma a buscar tu sagrado consuelo en mi difícil situación, no me desampares mi buen Jesús,  y te suplico que las puertas que se han de abrir en mi camino, sea tu brazo poderoso el que me las abra para darme la tranquilidad que tanto ansío. (Se piden tres milagros) Esta súplica señor, te la hace mi corazón angustiado por los duros golpes del cruel destino que lo han vencido siempre en la lucha humana, y si tu poder divino no intercede en mi favor sucumbiré por falta de ayuda.


Haz mi adorada sangre de Cristo, que antes que termine este mes yo alcance los milagros que te pido, en agradecimiento, daré a conocer esta oración para que los que necesiten de ti aprendan a tener fe y confianza en tu misericordia.


Sangre de Cristo, ilumina mi caminar, así como el sol ilumina el amanecer y que cada día aumente más y más mi confianza y mi fe en ti,  brazo poderoso asísteme,  ampárame y condúceme a la gloria celestial.


Te agradezco señor los milagros que tu puedes concederme. Amén.

lunes, 8 de agosto de 2016

AMOR ETERNO















Hoy hace 3 años que Dios me llamo a vivir en su presencia eterna, en este lugar lleno de luz, en el que no hay dolor, en el que reina el amor y aunque ustedes crean que no me tienen, yo los observo desde aquí, y los protejo con especial amor, con especial cuidado.


Aquí todo se ve diferente, puedo ver su alma y su corazón de la misma manera como los ve mi Padre, son tan especiales, los recuerdo a cada uno por su nombre y quiero decirles que todo aquello que hicieron por mí, todo el amor que me brindaron, aquella mano que me sostuvo en tiempos difíciles, aquel cuidado que me procuraron y todo lo que me ofrecieron, no quedará en el olvido, pues es verdad que todo lo que hacen por uno de sus hermanos lo hacen por mi Padre.



Hoy desde el cielo, veo con alegría sus rostros, le hablo a Dios de ustedes de manera singular, en este momento me encuentro muy feliz, conversando con Dios y pidiendo por cada uno de aquellos en los que aún estoy en su corazón, les envío mi bendición aún más llena de fuerza, pues es a Dios mismo al que le hablo de ustedes por su nombre,  con rostro de gratitud. No se preocupen por mi alma, ella está a salvo y con qué gozo te puedo decir que estoy en el mejor lugar, aquel que quiero ganar para ustedes.


Me llena de alegría saber que mi ejemplo en vida te ayudo a acercarte más a las cosas que son verdaderamente valiosas, porque eso es lo único realmente importante, no gastes tu tiempo en cosas pasajeras y recibe de vuelta todo ese amor que me estás brindando.


Si tan sólo pudiera expresar lo que es estar aquí al lado de mi Madre la Santísima Virgen, y con tantos Ángeles cantando a diario a mi oído. Quizá ahora no lo comprendas, y te entiendo, pues se que es difícil comprender la voluntad de Dios, pero quiero que sepas que yo estoy inmensamente feliz.



Yo cumplí mi misión, aquella que Dios me encomendó, en su momento, en su tiempo y como él lo planeó desde siempre para mí, ahora mi misión es cuidarlos desde el cielo y pedir por cada uno de ustedes, por su familia y por su alma, por eso hoy que todos se reúnen para recordarme, recuerden siempre estas palabras: “Mi alma está llena de gozo”.


Ahora, seca tus lágrimas y da gracias a Dios por el don de la vida, y recuerda siempre una cosa, la vida no se mide por cuánto tiempo vivimos, sino por cuanto amor hemos puesto en ella, el tiempo no existe, la vida es eternidad, cuando sabes amar puedes ver todo diferente, muchas veces creí que la vida se medía por minutos, por días, por años, hoy comprendo que la vida se mide por amor, tus obras son eternas como eterno es el cielo, como eterno es el Padre.



Vive feliz y agradecido, y cada mañana ilumina tu rostro volteando al cielo, para que nunca olvides porque estás aquí, una sola razón es importante, levanta el espíritu y no pierdas nunca la fe.


Gracias por aquello que me dieron y que me siguen dando, gracias por su cariño, gracias por todo, no dejen nunca de hacer el bien y recuerden que tan sólo es un instante comparado con todo lo que nos espera en el cielo.


Sigo con ustedes hasta el final, como amigo, como guía, como alma elegida para llevar almas al cielo, sigo con ustedes sosteniéndolos en su lucha, en sus momentos difíciles, sigo con ustedes caminando de la mano, he dejado una huella en su corazón, que siempre permanecerá.


Mi bendición desde el cielo, al lado de todos los Ángeles de Dios, de nuestra Madre María, de Jesús y de nuestro Padre que nos ama de manera única.


Gracias por hacerme tan feliz.

Les bendigo desde el cielo: Pbro. Alfredo Zárate Escoto.

Autor: Myriam Orozco Zárate.