ORACION A LA SANGRE DE CRISTO EN UNA SITUACION DIFICIL
Adorada sangre de Cristo, a ti
vengo con fe de mi alma a buscar tu sagrado consuelo en mi difícil situación,
no me desampares mi buen Jesús,y te
suplico que las puertas que se han de abrir en mi camino, sea tu brazo poderoso
el que me las abra para darme la tranquilidad que tanto ansío. (Se piden tres
milagros) Esta súplica señor, te la hace mi corazón angustiado por los duros
golpes del cruel destino que lo han vencido siempre en la lucha humana, y si tu
poder divino no intercede en mi favor sucumbiré por falta de ayuda.
Haz mi adorada sangre de
Cristo, que antes que termine este mes yo alcance los milagros que te pido, en
agradecimiento, daré a conocer esta oración para que los que necesiten de ti aprendan
a tener fe y confianza en tu misericordia.
Sangre de Cristo, ilumina mi
caminar, así como el sol ilumina el amanecer y que cada día aumente más y más mi
confianza y mi fe en ti, brazo poderoso
asísteme,ampárame y condúceme a la
gloria celestial.
Te agradezco señor los
milagros que tu puedes concederme. Amén.
Hoy hace 3 años que Dios me
llamo a vivir en su presencia eterna, en este lugar lleno de luz, en el que no
hay dolor, en el que reina el amor y aunque ustedes crean que no me tienen, yo
los observo desde aquí, y los protejo con especial amor, con especial cuidado.
Aquí todo se ve diferente,
puedo ver su alma y su corazón de la misma manera como los ve mi Padre, son tan
especiales, los recuerdo a cada uno por su nombre y quiero decirles que todo
aquello que hicieron por mí, todo el amor que me brindaron, aquella mano que me
sostuvo en tiempos difíciles, aquel cuidado que me procuraron y todo lo que me
ofrecieron, no quedará en el olvido, pues es verdad que todo lo que hacen por
uno de sus hermanos lo hacen por mi Padre.
Hoy desde el cielo, veo con
alegría sus rostros, le hablo a Dios de ustedes de manera singular, en este
momento me encuentro muy feliz, conversando con Dios y pidiendo por cada uno de
aquellos en los que aún estoy en su corazón, les envío mi bendición aún más
llena de fuerza, pues es a Dios mismo al que le hablo de ustedes por su nombre,
con rostro de gratitud. No se preocupen
por mi alma, ella está a salvo y con qué gozo te puedo decir que estoy en el
mejor lugar, aquel que quiero ganar para ustedes.
Me llena de alegría saber
que mi ejemplo en vida te ayudo a acercarte más a las cosas que son
verdaderamente valiosas, porque eso es lo único realmente importante, no gastes
tu tiempo en cosas pasajeras y recibe de vuelta todo ese amor que me estás
brindando.
Si tan sólo pudiera expresar
lo que es estar aquí al lado de mi Madre la Santísima Virgen, y con tantos
Ángeles cantando a diario a mi oído. Quizá ahora no lo comprendas, y te
entiendo, pues se que es difícil comprender la voluntad de Dios, pero quiero
que sepas que yo estoy inmensamente feliz.
Yo cumplí mi misión, aquella
que Dios me encomendó, en su momento, en su tiempo y como él lo planeó desde
siempre para mí, ahora mi misión es cuidarlos desde el cielo y pedir por cada
uno de ustedes, por su familia y por su alma, por eso hoy que todos se reúnen para
recordarme, recuerden siempre estas palabras: “Mi alma está llena de gozo”.
Ahora, seca tus lágrimas y
da gracias a Dios por el don de la vida, y recuerda siempre una cosa, la vida
no se mide por cuánto tiempo vivimos, sino por cuanto amor hemos puesto en
ella, el tiempo no existe, la vida es eternidad, cuando sabes amar puedes ver
todo diferente, muchas veces creí que la vida se medía por minutos, por días,
por años, hoy comprendo que la vida se mide por amor, tus obras son eternas
como eterno es el cielo, como eterno es el Padre.
Vive feliz y agradecido, y
cada mañana ilumina tu rostro volteando al cielo, para que nunca olvides porque
estás aquí, una sola razón es importante, levanta el espíritu y no pierdas
nunca la fe.
Gracias por aquello que me
dieron y que me siguen dando, gracias por su cariño, gracias por todo, no dejen
nunca de hacer el bien y recuerden que tan sólo es un instante comparado con
todo lo que nos espera en el cielo.
Sigo con ustedes hasta el
final, como amigo, como guía, como alma elegida para llevar almas al cielo, sigo
con ustedes sosteniéndolos en su lucha, en sus momentos difíciles, sigo con
ustedes caminando de la mano, he dejado una huella en su corazón, que siempre
permanecerá.
Mi bendición desde el cielo,
al lado de todos los Ángeles de Dios, de nuestra Madre María, de Jesús y de
nuestro Padre que nos ama de manera única.
Gracias por hacerme tan
feliz.
Les bendigo desde el cielo: Pbro. Alfredo Zárate Escoto.