martes, 1 de mayo de 2018

Hablando de Amor




Cuando hablamos de amor, todos nos imaginamos lo más bello de la vida, esto es inevitable porque el hombre fue hecho a imagen y semejanza de Dios y Dios es amor, por lo tanto el hombre fue hecho con y por amor y para amar, su fin último y el primero es siempre amar, pero en estos tiempos vemos que esa palabra está un poco devaluada, se ha perdido el sentido del amor, no conocemos lo que significa el amor verdadero y se puede malbaratar el término, porque no conocemos y no estamos cerca de la fuente del amor verdadero.

Es necesario que podamos reconocer el amor en su totalidad para no perdernos en cosas sin sentido, y es más sencillo de lo que parece, en primer lugar el amor no es algo externo, o algo que venga de fuera o algo que te tengas que ganar, NO, el amor es algo que está dentro de ti, está en ti, es gratuidad de Dios y no te lo puede quitar nadie, tú eres el único que decide descubrir ese amor infinito que alberga en tu alma.
Hay tres maneras de amar que tienen un orden y que es preciso seguirlo para tener la certeza de un real y verdadero amor:

El primer amor, es el amor a la fuente de amor que es: Dios, esto es así; porque es el centro de tu vida, porque eres el reflejo de su creación, porque si no podemos entender y sentir ese amor infinito entonces no hay nada que sostenga esa confianza y ese lazo indisoluble del Padre creador que te ha dotado de todos los sentidos y los sentimientos que como ser humano creado a la perfección puedes dar.


El segundo amor es el amor a ti mismo: Cuando tú te sabes inmensamente valiosa y amada por ese Dios, y reconoces en el tu dignidad la cuál es inquebrantable pese a los comportamientos ajenos e incluso los tuyos mismos, tú te vas a amar y te vas a respetar como lo que eres, un ser digno de recibir y dar amor y un ser digno de ser respetado. En la medida en que tú te ames es que vas a poder amar a los demás, es imposible decir que quieres y sabes amar a alguien cuando tú no estás cultivando ese amor a tu persona, pues nadie puede dar lo que no posee, cuando tú no te amas, y no reconoces tu valor, no puedes hacerlo con nadie más, corres el peligro de volverte en un ser egoísta, dominante e incluso destructivo; todo eso se debe a que tratas de tomar de los demás lo que en ti no existe.

El tercer amor es el amor a los demás: Retomando los puntos anteriores, cuando tu reconoces ese amor y dignidad que son innegables porque no vienen de ti, cuando tú te amas y aceptas como eres con tus dones y limitaciones es entonces cuando estás realmente preparado(a) para poder amar a los demás, una vez llena el alma, es imposible  no desbordar todo aquello de lo que te sobra.



No tengas miedo a descubrir ese amor, el amor primero que viene de Dios y que te permite amarte y amar a los demás de una manera correcta y sana, de una manera que puedas recibir frutos, pues el amor verdadero siempre da frutos en abundancia, suelta todos los miedos y deja las dudas y atrévete a amar de verdad, si quieres un verdadero amor acércate a la fuente viva de amor y llénate de ella, sáciate de ella, para que puedas empapar a los demás con ese arroyo de gracias que se pueden desbordar sólo de un alma llena de amor de verdad.

Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe.
Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy.
Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si no tengo amor, de nada me sirve.
El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece;
No hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor;
 No se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad.
Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. (Corintios 13)
El amor es paciente, es servicial…….El amor todo lo transforma, el amor no pasa jamás.
Y este amor perfecto lo puedes lograr y tener si tú así lo deseas, no es sufrir por sufrir, es encontrar un sentido en el camino del amor.


Autor: Myriam Orozco.

domingo, 29 de abril de 2018

La Voluntad de Dios.












Toda persona sensata y sabia, sabe obrar en todo con una finalidad. Dios es bastante listo e inteligente -por no decir infinitamente sabio-. Por eso, cuando Él hace algo, no obra "porque sí", caprichosamente. Todo lo efectúa siempre por algo y para algo muy concreto.


Nuestra respuesta al amor de Dios, tiene su más privilegiada expresión en dar cumplimiento a su voluntad concreta sobre nosotros. En consecuencia, podemos matizar nuestro secreto añadiendo que:

Seremos felices
sólo cuando comencemos
a realizar por amor
lo que Dios quiere
de nosotros en la vida.


Nada es tan importante como hacer lo que Dios quiere para nosotros.

Sí, la felicidad verdadera tiene un secreto. Y este secreto está precisamente en buscar y cumplir la voluntad de Dios para nuestra vida. Esa es mi experiencia".


"Estoy convencida de que la felicidad que todos buscamos no está en ser sacerdote, en ser futbolista, en estar casado, etc., sino en encontrar la voluntad de Dios, aceptarla y vivirla como Él nos lo pide. Sé que muchas veces cuesta cumplir esta voluntad de Dios, pero cuando uno la cumple, llega a la felicidad".


Estimo que basta con lo dicho. Para empezar a gozar de la verdadera felicidad, es necesario descubrir y realizar lo que Dios quiere de nosotros.


¿Cómo descubrirlo?


No quisiera, por ningún motivo, augurarte un epitafio como este: "Vivió 80 años sin hacer nada que valiese la pena".

Por todo esto me apresuro ahora a contestar el interrogante que nos ocupa y preocupa. Lo haré con brevedad. Te doy dos pistas nada más.


Para saber acerca de lo que Dios quiere de ti, no esperes la aparición de un ángel del cielo proclamándote solemnemente, en nombre del Creador, que has sido pensado por Él para ser ingeniero, o futbolista, o sacerdote, o torero, o lo que sea. Dios ya no suele usar esos medios extraordinarios para comunicar a los hombres su voluntad.

Sí, sigue siendo Él el que te susurrará al oído su plan para ti. Pero lo hará a su manera. Hablándote veladamente a través de mil acontecimientos y casualidades". Tales como el colocarte en determinada familia, el rodearte de tal ambiente, el permitir que atravieses por tales circunstancias, el que tengas tales amistades, etc.

Entonces, en primer lugar, intenta descubrir esa voz de Dios en todo lo que te ocurra. Esto lo lograrás por ti mismo si tratas mucho con Dios, si te acostumbras a llevarlo siempre contigo y a verlo en todo.


Segunda cosa. Para discernir si Dios quiere de ti esto o lo otro, tienes que ver si cuentas o no con las cualidades que te capacitan para realizarlo.


Dios nos crea para recorrer un camino preciso en los años que nos concede de vida.


Podrá ser que, a primera vista, no encuentres en ti todas las cualidades requeridas. Tranquilo. Trata entonces de descubrir por ti mismo o ayudado por otra persona -como ya vimos antes- si con tu trabajo y esfuerzo puedes llegar a adquirirlas. Y luego, adelante. Decídete.

Ahí tienes las dos pistas. Lo demás está en tus manos. En decidir realizar o no lo que has descubierto como voluntad o querer de Dios para ti.


Sólo añado que me gustaría poder afirmar de ti esta bienaventuranza: benditos los que tienen claro a dónde van, para qué viven y qué es lo que Dios quiere de ellos en esta vida, aunque sea algo pequeño o doloroso. De ellos es el reino de la satisfacción y la dicha.


Autor: Myriam Orozco.