domingo, 15 de febrero de 2015

ADOPCION ESPIRITUAL DE UN BEBE EN PELIGRO DE SER ABORTADO.









“Entre esos débiles, que la Iglesia quiere cuidar con predilección, están también los niños por nacer, que son los más indefensos e inocentes de todos…” – Papa Francisco


 El Papa Francisco en el punto 213 de la exhortación apostólica Evangelii Gaudium nos invita a cuidar con predilección a los niños por nacer,  nos recuerda que todos los cristianos estamos llamados a cuidar a los más inocentes e indefensos. Entre ellos también la madre con un embarazo en dificultad que se encuentra en una situación de vulnerabilidad, dolor y angustia. Es por ello que esta publicación busca ayudarte a concretar tu respuesta ante el aborto con una de las acciones más necesarias y misericordiosas en la causa provida: la oración.


Adoptar espiritualmente a un bebé en peligro de ser abortado es una acción concreta que requiere de un compromiso constante y con ello podrás acompañar los esfuerzos realizados por otros cristianos provida que buscan la abolición del aborto en todo el mundo.


Esta adopción en particular, consiste en rezar por un bebé durante 9 meses, convirtiéndote en su padrino o madrina espiritual. También puedes rezar por la madre que en este momento está considerando la posibilidad de un aborto, pídele a Dios que le ayude a reconocer, respetar y amar la vida de su hijo. Tú decides el método de oración y el momento de adopción. (Que será el momento en el que en algún lugar del mundo ha sido concebido un bebé en riesgo de ser abortado).


La oración puedes rezarla junto a tres avemarías, durante una visita al santísimo u ofrecer una Misa por él. También puedes ponerle un nombre al bebé y así rezar particularmente por él, su padre, los abuelos y todos aquellos que se encuentran alrededor de él. Tú eliges el método, lo único que no debes olvidar es rezar por él todos los días.


Para ayudarte a realizar este compromiso te compartimos este método de oración:


“Señor Jesús, que has venido al mundo para comunicarme la vida del Padre te pido con todo el corazón, que guardes la vida de este bebé, que no ha nacido, el cual yo adopto espiritualmente y que está en peligro de ser abortado.


Permite que pueda ser acogido en el seno de tu familia así como tú fuiste recibido amorosamente en el hogar de María y José. Amén.”


-Padre nuestro


-Avemaría


 


Fuente: Católicos con acción.
Artículo escrito por nuestra colaboradora y católica con acción Sara Larín

lunes, 9 de febrero de 2015

No te conformes.


 

 

 
 Vengo, maestro, porque me siento tan poca cosa que no tengo fuerzas para hacer nada. Me dicen que no sirvo, que no hago nada bien, que soy torpe y bastante tonto. ¿Cómo puedo mejorar? ¿Qué puedo hacer para que me valoren más?

El maestro sin mirarlo, le dijo:

-Cuánto lo siento muchacho, no puedo ayudarte, debo resolver primero mi propio problema. Quizás después… y haciendo una pausa agregó: si quisieras ayudarme tú a mí, yo podría resolver este problema con más rapidez y después tal vez te pueda ayudar.

- E… encantado, maestro- titubeó el joven, pero sintió que otra vez era desvalorizado y sus necesidades postergadas. Bien, asintió el maestro. Se quitó un anillo que llevaba en el dedo pequeño y dándoselo al muchacho, agregó: – Toma el caballo que está allá afuera y cabalga hasta el mercado. Debo vender este anillo porque tengo que pagar una deuda. Es necesario que obtengas por él la mayor suma posible, pero no aceptes menos de una moneda de oro. Ve y regresa con esa moneda lo más rápido que puedas.

El joven tomó el anillo y partió. Apenas llegó, empezó a ofrecer el anillo a los mercaderes. Estos lo miraban con algún interés, hasta que el joven decía lo que pretendía por el anillo. Cuando el joven mencionaba la moneda de oro, algunos reían, otros le daban vuelta la cara y solo un viejito fue tan amable como para tomarse la molestia de explicarle que una moneda de oro era muy valiosa para entregarla a cambio de un anillo.


 


En el afán de ayudar, alguien le ofreció una moneda de plata y un cacharro de cobre, pero el joven tenía instrucciones de no aceptar menos de una moneda de oro y rechazó la oferta. Después de ofrecer su joya a toda persona que se cruzaba en el mercado, más de cien personas, abatido por su fracaso montó su caballo y regresó.

¡Cuánto hubiera deseado el joven tener esa moneda de oro! Podría entonces habérsela entregado él mismo al maestro para liberarlo de su preocupación y recibir entonces su consejo y ayuda. Entró en la habitación.

- Maestro -dijo- lo siento, no se puede conseguir lo que me pediste. Quizás pudiera obtener dos o tres monedas de plata, pero no creo que yo pueda engañar a nadie respecto del verdadero valor del anillo.

- Qué importante lo que dijiste, joven amigo -contestó sonriente el maestro-. Debemos saber primero el verdadero valor del anillo. Vuelve a montar y vete al joyero. ¿Quién mejor que él para saberlo? Dile que quisieras vender el anillo y pregúntale cuanto te da por él. Pero no importa lo que ofrezca, no se lo vendas. Vuelve aquí con mi anillo. El joven volvió a cabalgar.

El joyero examinó el anillo a la luz del candil con su lupa, lo pesó y luego le dijo:

- Dile al maestro, muchacho, que si lo quiere vender ya, no puedo darle más que 58 monedas de oro por su anillo.

- ¡58 MONEDAS! -exclamó el joven.

- Sí, -replicó el joyero- yo sé que con tiempo podríamos obtener por él cerca de 70 monedas, pero no sé… si la venta es urgente…

El joven corrió emocionado a la casa del maestro a contarle lo sucedido.
- Siéntate -dijo el maestro después de escucharlo- Tú eres como este anillo: Una joya, valiosa y única. Y como tal, sólo puede evaluarte verdaderamente un experto. ¿Qué haces por la vida pretendiendo que cualquiera descubra tu verdadero valor? Y diciendo esto, volvió a ponerse el anillo en el dedo pequeño. – Todos somos como esta joya, valiosos y únicos y andamos por los mercados de la vida pretendiendo que gente inexperta nos valore.
 

SIEMPRE RECUERDA LO MUCHO QUE TÚ VALES, AUNQUE QUIZÁS, ALGUNAS PERSONAS A TU ALREDEDOR NO TE LO DEMUESTREN.

Autor Desconocido

Artículo originalmente publicado por Voceros de Cristo




 

martes, 3 de febrero de 2015

I Love María





¿Por qué te agitas y confundes antes los problemas de la vida?

Déjame el cuidado de todas tus cosas y todo te saldrá mejor. Cuando te abandones en Mí de todo corazón todo se resolverá con tranquilidad según los designios de Mi Hijo. No te desesperes, no me dirijas una oración agitada, como si quisieras exigirme el cumplimiento de tus deseos. Cierra los ojos y dime con calma: Madre yo confío en ti.

Evita las preocupaciones y angustias y los pensamientos sobre lo que pueda suceder después. No estropees mis planes queriéndome imponer tus ideas. Déjame a mí ser tu Madre y actuar con libertad. Abandónate confiadamente en mí. Reposa en mí y deposita en mis manos tu futuro. Dime frecuentemente:
Madre yo confío en ti.
 
 

Lo que más daño te hace es tu razonamiento, tus propias ideas y querer resolver las cosas a tu manera. Cuando me dices: Madre yo confío en ti, no seas como el paciente que pide al médico que lo cure pero le sugiere el modo de hacerlo. Déjate llevar en mis brazos maternales, no tengas miedo: Yo te amo. Si crees que las cosas empeoran o complican a pesar de tu oración, sigue aún confiando, cierra los ojos del alma y confía aún más. Continúa diciéndome a toda hora: Madre yo confío en ti.

Necesito tener las manos libres para obrar. No me las ates con tus preocupaciones infantiles. El enemigo no quiere sino eso: agitarte, angustiarte y quitarte la paz. Confía en Mí, reposa en Mí, abandonándote en Mí. Yo consigo de Mi Hijo los milagros en proporción del abandono y la confianza que tú tengas en Mí. Así que no te preocupes, confíame todas tus angustias y quédate tranquilo, sólo dime a toda hora: Madre yo confío en ti. Vas a ver luego los milagros, te los estoy prometiendo porque soy tu Madre y te Amo.
 
 

¡Si supieras cuánto TE AMO llorarías de alegría!