“(...)
en realidad no importa que no esperemos nada de la vida, sino si la vida espera
algo de nosotros”. Víktor Frankl.
Por
qué existir y no, más bien, no existir; o, por qué vivir y no, más bien, no
haber vivido nunca.
Sólo
si voy haciéndome cargo cada instante de mi ser, de mi situación vital, entonces
veré después el sentido, el significado, el fin. Con otras palabras, únicamente
construyendo el presente con vistas al futuro podré mirar en un futuro que mi
presente, ya pasado, tuvo su sentido. Por tanto, la pregunta clave no es ¿qué
sentido tiene mi vida? Sino ¿qué he hecho o estoy haciendo yo para que mi vida
tenga o no sentido? mi sentido me lo voy forjando en mi existir-con o en mi
coexistencia.
Bien
es cierto que todos buscamos una vida lograda, todos buscamos la felicidad y
este es nuestro fin. En efecto, la felicidad es el propósito de nuestra
existencia y dicho propósito se nos ha dado, lo anhelamos de continuo.
No
se trata tanto de descubrir y buscar el sentido sino, más bien, de darlo. Dar
sentido a mi existencia es dar una respuesta a la vida.
¿Qué
es la alegría o qué significa estar alegre? Pues es estar en realidad presente
de uno mismo, y este estar-en-realidad-presente-de-uno-mismo equivale al hoy,
equivale a existir hoy, a existir de verdad para el día de hoy” . Sólo dando
sentido hoy y ahora podrá tener mi vida un Sentido. Dar sentido es asumir lo
natural pero, a la vez, es trascenderlo.
Fuente:
Catholic.net
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