¿Cuál es la finalidad del
sol?, quizá no nos hemos hecho esta pregunta, pues son dos principalmente: dar
luz, una luz tan grande que genere un calor que hace que sea posible la misma
vida del ser.
El sol no va a dejar de
brillar, aunque parezca que la noche oculte el sol y por un momento ceda su
espacio a la oscuridad, no es así, es sólo un movimiento hecho con sabiduría
para que exista un descanso emocional que compense tanta irradiación de
energía.
Entonces, cuando Dios te
creo a ti, lo hizo con una finalidad, el enciende a diario un alma que deja que
entre ese reflejo de luz, y ¿Quién podrá apagar esa luz si es el creador de
todo quién te ha creado para esa finalidad?
Habrá noches oscuras,
incluso frías que parezcan interminables, habrá también quién quiera detener
ese brillo pues simplemente no le es tolerable tanta luz y tanta energía, pero
por más que esto suceda, recuerda, es sólo un movimiento que permite Dios para
que tu alma descanse en quién te ha otorgado esa luz.
Pero, después de la noche
más oscura viene el amanecer, después de la lluvia nace un arcoíris. Y recuerda
siempre esto:
Nunca una noche ha vencido
al amanecer ni nunca un problema ha vencido a la esperanza.
Santísimos corazones de Jesús y María,
unidos en el amor perfecto,
como nos miráis con misericordia y cariño,
consagramos nuestros corazones,
nuestras vidas, y nuestras familias a Vosotros.
Conocemos que el ejemplo bello
de Vuestro hogar en Nazaret fue un modelo
para cada una de nuestras familias.
Esperamos obtener, con Vuestra ayuda,
la unión y el amor fuerte y perdurable
que os disteis.
Que nuestro hogar sea lleno de gozo.
Que el afecto sincero, la paciencia, la tolerancia,
y el respeto mutuo sean dados libremente a todos.
Que nuestras oraciones
incluyan las necesidades de los otros,
no solamente las nuestras.
Y que siempre estemos cerca de los sacramentos
Bendecid a todos los presentes
y también a los ausentes,
tantos los difuntos como los vivientes;
que la paz esté con nosotros,
y cuando seamos probados,
conceded la resignación cristiana
a la voluntad de Dios.
Mantened nuestras familias cerca
de Vuestros Corazones;
que Vuestra protección
especial esté siempre con nosotros.
Sagrados Corazones de Jesús y María,
escuchad nuestra oración.
Amén.
La historia de Kayla Montgomery es una
historia que nos conmueve e inspira porque en el fondo es la historia de cada
uno de nosotros. En ella nos vemos reflejados, pues todos (con mayor o menor
dramaticidad) vivimos el dilema de la vida; que es lucha, que es fragua, que es
ser o no ser
como diría el poeta.
En la vida tal vez uno de los problemas
principales es que el problema se vuelva lo principal. En otras palabras: perder de vista lo esencial quedándonos
obnubilados ante lo que nos hiere, en una actitud de autocompasión triste como
describe Kayla al inicio, cuando cuenta que se encerró sola en su cuarto. Esa
falta de esperanza, que es justificable por un momento, no puede convertirse en
el eje de nuestra existencia. Porque de solo lamerse las heridas uno no se
cura. Y lo que no se
cura se infecta. Y lo que se infecta no solo causa más dolor
(irónicamente) sino que incluso con el tiempo puede causar la muerte (tantas
depresiones, angustias, suicidios … frutos de la desesperanza).
Si el problema se vuelve el
centro de nuestra atención se le acaba dando un protagonismo desmesurado al
bache, y de tanto mirarlo al poco tiempo este se convierte en un agujero negro. La mirada que se queda hechizada, fija en torno a aquella fragilidad,
enfermedad, sufrimiento… es una mirada que acabará por reducir el mundo al
tamaño de un alfiler.
Kayla por el contrario nos enseña que el
mundo es grande, y que si se sueña, la mirada se abre a un sinnúmero de
posibilidades (¡el horizonte es infinito!).
Sí, existe siempre un camino distinto: el camino correcto, el camino de la
vida. Ante los dramáticos males del mundo siempre tenemos una opción: «He puesto ante ti la vida y la muerte,
la bendición y la maldición. Escoge, pues, la vida para que vivas» (Deut
30,19).
Por ello, si la mirada se alza hacia
un horizonte de grandeza, hacia un ideal correcto, ese por el cual vale la pena
lanzarse y arriesgar, los ojos reciben un colirio que purifica y que
nos da una aproximación nueva ante lo que nos aqueja. Se recibe esa
esperanza que porta luz incluso en medio de las más densas tinieblas. Esperanza
que no es optimismo ingenuo. Esperanza que aún siendo dramática se abre paso y
persevera. Con ella la realidad adquiere su justa proporción y forma. Así
el gigante imbatible se revela como un muro tantas veces imponente, pero
siempre franqueable. Esa esperanza que nace del encuentro con alguien capaz de
tendernos los brazos cuando desesperados gritamos por ayuda. Ese alguien que
nos puede asegurar: existe un futuro, yo estoy y estaré contigo.
La historia de Kayla y de su entrenador es una
historia grande. Es la historia del hombre; del dolor y de la aceptación; de la
superación y de la confianza en el amor.
Este testimonio evoca con fuerza aquellas palabras de San Pablo, quien en medio
de tantos sufrimientos también encontró a Alguien que trajo una nueva esperanza
a su vida. Ese Alguien que podía asegurarle un futuro incondicional porque
estaba incondicionalmente con los brazos abiertos. Y no solo le prometió que
estaría allí con él, durante y al final de una carrera atlética, sino
durante y al final de la carrera de la vida; que es la que más vale y
que es la que tendrá que afrontar ahora Kayla. Quién sabe, quizá ella podrá
decir también como el apóstol:
No que lo tenga
ya conseguido o que sea ya perfecto, sino que continúo mi carrera por si
consigo alcanzarlo, habiendo sido yo mismo alcanzado por Cristo Jesús. Yo,
hermanos, no creo haberlo alcanzado todavía. Pero una cosa hago: olvido lo que
dejé atrás y me lanzo a lo que está por delante, corriendo hacia la meta, para
alcanzar el premio a que Dios me llama desde lo alto en Cristo Jesús. (Flp
3,12-14)
Felices los que saben reírse de sí mismos, porque nunca terminarán de divertirse.
Felices los que saben
distinguir una montaña de una piedra,porque evitarán muchos inconvenientes.
Felices los que saben
descansar y dormir sin excusas, porque llegarán a ser sabios.
Felices los que saben
escuchar y callar, porque todos los días aprenderán cosas nuevas.
Felices los que son
suficientemente inteligentes como para no tomarse en serio, porque serán
apreciados por quienes los rodean.
Felices los que están
atentos a las necesidades de los demás, sin sentirse indispensables, porque
serán permanentemente fuente de alegría.
Felices los que saben mirar
seriamente las pequeñas cosas y tranquilamente las cosas importantes, porque
llegarán lejos en esta vida.
Felices los que saben apreciar una sonrisa y olvidar
un desaire, porque su camino estará lleno de sol.
Felices los que piensan
antes de actuar y rezan antes de pensar, porque no se turbarán por lo imprevisible.
Felices ustedes si saben
callar y ojala sonreír cuando se les quita la palabra, se les contradice o les
pisan los pies, porque el evangelio comienza a penetrar en su corazón.
Felices ustedes si son
capaces de interpretar siempre con benevolencia las actitudes de los demás, aún
cuando las apariencias sean contrarias. Serán tomados por ingenuos, pero es el
precio justo de la caridad.
Felices sobre todo, ustedes,
si saben reconocer al señor en todo lo que encuentran,entonces habrán hallado la paz y la verdadera
sabiduría.
Hoy me levante y percibí que
aunque nada es diferente todo ha cambiado.
No sé exactamente lo que
sucedió o mejor dicho si se lo que sucedió pero no sé cómo describirlo, de
repente entendí que la vida contigo es muy divertida, que todo luce de otro
colorcuando se está a tu lado, todo es más
intenso, todo está lleno de luz, el aire roza la piel de manera diferente,
entonces veo que cuando algo se purifica siempre se antoja, y de repente tú
tienes ese toque especial que hace que todo se vuelva mágico.
Es como cuando eres niño y
todo te maravilla, así es despertar cuando tú estás dentro del corazón.
Hoy amanecí y decide vivir
una historia diferente, una sonrisa dibujaba mi rostro, pero una de esas sonrisas
que salen del alma, me dispuse a tener el viaje de mi vida y me di cuenta que
no necesitaba nada, que si tú me acompañabas no necesitaba nada.
Tome camino y decidí dejarme
llevar por ti, con el cabello suelto, un poco húmedo, unos jeans,una sudadera y mis tenis camine sin rumbo,
pero con una certeza y determinación que nunca antes había sentido, me sentí
segura, me sentí plena, ahora sé que se siente cuando sabes que el mundo es
todo tuyo, porque al fin se que todo lo creaste por mí, y el pecho se ensancho
de tal manera que todo lo que estaba a mi alrededor se transformó.
Me detuve en la orilla de
una vía, alrededor había un paisaje lleno de colores, todo lo pintaste tan
perfecto, y es que cuando tu pintas no hay nada que se pueda igualar, así que
me dispuse a disfrutar del paisaje, ese que tu dibujaste para mí día, para toda
mi vida.
Se aproximaba un tren y
pensé si era conveniente tomarlo, seguro que sí, como podría conocer lo que me
tienes preparado si no me subo a él, pues bien, la velocidad del tren
disminuyó,supe que ese era mi
transporte para poder llegar a ti, me subí con toda la ilusión que se puede
tener, me aferre con fuerza a él y por fin, estaba ya en el viaje de mi vida.
Largo viaje me esperaba, pero
no tenía miedo, no al principio, se fueron dibujando tantas cosas en mi mente,
y comprendí que mi mente es tan pequeña comparada con tu grandeza que decidí
dejarme sorprender.
Hubo momentos de cansancio,
también se tuvo que detener en muchas estaciones, en algunas creí estar
perdida, no sabía si ese era el camino correcto, y algunas veces quise bajarme,
pero me encontré con personas maravillosas que tu pusiste en mi camino que me
hicieron comprender lo maravilloso que es y cada una de las pruebas que este contiene.
No te puedo decir que fue
fácil, pero en una de las estaciones supe que tú querías que yo aprendiera que
la vida no es un destino, la vida es un trayecto, y cada estación me va
marcando el alma para poder ver las maravillas que me esperan en la siguiente.
Nunca el tren se regresó,
siempre iba hacia adelante, así que aprendí a sacar lo mejor de mí y a
disfrutar cada estación con toda la alegría y a despedirla de la misma manera
pues me demostrabas que cada una tenía algo especial para mí, algo nuevo, y que
eso era justo lo que hacía que mi alma cada vez se hiciera más parecida a la
tuya.
El sol en ocasiones estaba
de frente, en otras se iba ocultando, incluso en algunos momentos no había sol,
pero siempre, siempre volvía a salir con mayor resplandor, hubo días de lluvia,
hermosos, tu sabes que me encanta la lluvia, y justo esa lluvia preparaba a
toda la naturaleza para que pudiera manifestarse en todo su esplendor.
Aún no me bajo del tren, pero
ya comprendí que a dónde tengo que llegar, puedo sólo hacerlo porque tengo la
certeza que tu siempre vas conmigo, porque vas guiando mi camino y porque como
una niña pequeña sigues manteniendo mi ilusión.
La vida no es un destino es
un trayecto, muchas veces creemos que estamos perdidos o que no es el camino
que debemos seguir, pero si vas con Dios comprenderás que él no se equivoca y
que mientras lo invites a subirse contigo al tren, lo único que importa es el
trayecto, porque el destino, ya lo tiene el reservado para ti, si tu lo invitas
a viajar contigo, el final del camino sin duda será a su lado.
Que feliz soy, no tengo miedo. Aún hay mucho
camino por recorrer, pero el viaje de mi vida es contigo: Dios, quién me
acompañe en el camino será una bendición, pero siempre contigo a mi lado.