jueves, 27 de marzo de 2014

Claro de Luna


Claro de Luna

¿Quién de nosotros no ha experimentado dolor, angustia, confusión…..?

¿Quién no ha pensado en algún momento de la vida en abandonar y tirar la toalla?

¿Quién no se ha sentido solo en algún momento de la vida, y ha tenido la sensación de haber perdido la esperanza?

Nadie, ni las personas famosas e importantes están libres de pasar por momentos de soledad y de profunda tristeza.



Eso fue lo que le ocurrió a unos de los más reconocidos compositores de todos los tiempos, Ludwig Van Beethoven. Un día Beethoven se sintió triste y deprimido, parecía que su vida no tenía sentido. Acababa de fallecer el príncipe de Alemania, que llegó a ser como un Padre para él y eso lo entristeció hasta la depresión.



El joven compositor había padecido durante toda su infancia y adolescencia de una gran carencia afectiva. Su padre era alcohólico y le maltrato física y psicológicamente hasta que falleció tirado en un callejón. Su madre había fallecido muy joven. Su hermano mayor nunca le ayudo en nada y por si fuera poco Beethoven empeoró de su enfermedad dramáticamente y los síntomas de sordera comenzaban a perturbarlo y le empujaban hacia la irritación, la ira y la agresividad.
Solamente podía oír usando una especie de trompetilla acústica que se colocaba en el oído, siempre llevaba consigo un papel o un cuaderno para que las personas escribiesen sus ideas y así poder comunicarse. Viendo que nadie lo entendía ni lo ayudaba, Beethoven se encerró en si mismo y se aisló ganándose por ese motivo una fama de arisco y solitario. Fue por todas esas razones que el compositor cayó en una profunda depresión y llegó a escribir un testamento. Donde entre otras cosas  decía que se iba a suicidar.



En él peor momento de su vida, donde las terribles circunstancias que lo rodeaban parecían eternas, Dios le trajo consuelo a través de una joven ciega, que vivía en la misma pensión, con la que conversaba sobre las penurias de la vida y esta le dijo. “Yo lo daría todo por ver una noche de luna llena”.
Al oírla Beethoven se emociono profundamente y se dio cuenta que él podía ver y poseía un gran talento musical. De pronto sintió que sus penas y lamentos se transformaban en alegría y animo que no era capaz de entender fue entonces que compuso una de las más hermosas y famosas obras de todos los tiempos, la sonata “Claro de Luna”.






Algunos estudiosos de música dicen que las iniciales de las tres notas que se repiten, insistentemente en el tema principal del 1er movimiento de la Sonata, en alemán, son las tres silabas de la palabra “Why” (¿Por qué?). Usando su sensibilidad, Beethoven retrato, a través de la melodía, la belleza de una noche bañada por la claridad de la luna, para alguien que no podía ver con los ojos físicos, pero que lo había ayudado a él, a mirar la vida con los ojos del alma.
Todo gracias a aquella muchacha ciega, que le inspiro el deseo de plasmar en notas musicales, una noche de luna….

Años después de haber superado el sufrimiento, llegaría el incomparable “Himno a la alegría”,la 9na sinfonía, que corona la misión de este compositor, que por aquel tiempo ya estaba totalmente sordo.



El “Himno a la alegría expresa su gratitud a la vida y a Dios, por no haberse suicidado”.

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