Claro de Luna
¿Quién de nosotros no ha experimentado dolor, angustia,
confusión…..?
¿Quién no ha pensado en algún momento de la vida en abandonar
y tirar la toalla?
¿Quién no se ha sentido solo en algún momento de la vida, y
ha tenido la sensación de haber perdido la esperanza?
Nadie, ni las personas famosas e importantes están libres de
pasar por momentos de soledad y de profunda tristeza.
Eso fue lo que le ocurrió a unos de los más reconocidos compositores
de todos los tiempos, Ludwig Van Beethoven. Un día Beethoven se sintió triste
y deprimido, parecía que su vida no tenía sentido. Acababa de fallecer el príncipe
de Alemania, que llegó a ser como un Padre para él y eso lo entristeció hasta
la depresión.
El joven compositor había padecido durante toda su infancia y
adolescencia de una gran carencia afectiva. Su padre era alcohólico y le
maltrato física y psicológicamente hasta que falleció tirado en un callejón. Su
madre había fallecido muy joven. Su hermano mayor nunca le ayudo en nada y por
si fuera poco Beethoven empeoró de su enfermedad dramáticamente y los síntomas
de sordera comenzaban a perturbarlo y le empujaban hacia la irritación, la ira
y la agresividad.
Solamente podía oír usando una especie de trompetilla acústica
que se colocaba en el oído, siempre llevaba consigo un papel o un cuaderno para
que las personas escribiesen sus ideas y así poder comunicarse. Viendo que
nadie lo entendía ni lo ayudaba, Beethoven se encerró en si mismo y se aisló ganándose
por ese motivo una fama de arisco y solitario. Fue por todas esas razones que
el compositor cayó en una profunda depresión y llegó a escribir un testamento. Donde
entre otras cosas decía que se iba a suicidar.
En él peor momento de su vida, donde las terribles
circunstancias que lo rodeaban parecían eternas, Dios le trajo consuelo a
través de una joven ciega, que vivía en la misma pensión, con la que conversaba
sobre las penurias de la vida y esta le dijo. “Yo lo daría todo por ver una
noche de luna llena”.
Al oírla Beethoven se emociono profundamente y se dio cuenta
que él podía ver y poseía un gran talento musical. De pronto sintió que sus
penas y lamentos se transformaban en alegría y animo que no era capaz de
entender fue entonces que compuso una de las más hermosas y famosas obras de
todos los tiempos, la sonata “Claro de Luna”.
Algunos estudiosos de música dicen que las iniciales de las
tres notas que se repiten, insistentemente en el tema principal del 1er
movimiento de la Sonata, en alemán, son las tres silabas de la palabra “Why” (¿Por
qué?). Usando su sensibilidad, Beethoven retrato, a través de la melodía, la
belleza de una noche bañada por la claridad de la luna, para alguien que no
podía ver con los ojos físicos, pero que lo había ayudado a él, a mirar la vida
con los ojos del alma.
Todo gracias a aquella muchacha ciega, que le inspiro el deseo
de plasmar en notas musicales, una noche de luna….
Años después de haber superado el sufrimiento, llegaría el
incomparable “Himno a la alegría”,la 9na sinfonía, que corona la misión de este
compositor, que por aquel tiempo ya estaba totalmente sordo.
El “Himno a la alegría expresa su gratitud a la vida y a
Dios, por no haberse suicidado”.
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