Recuerdo que cuando era
pequeña en muchas ocasiones me tocó lastimarme de alguna manera, alguna caída
paseando en bicicleta, al momento de partir algo con un objeto punzocortante o
simplemente una “raspadita”, pero cualquiera de estas en su momento causo dolor,
unos más leves y otros no tanto y la solución o remedio que tenían mis papás
para este mal era siempre el milagroso LIMÓN. Pon limón en la herida para que
cicatrice- me decían. Pero eso “arde”-contestaba yo un poco aterrorizada,
seguro que sí pero vas a sanar pronto-respondían mis papás.
No te puedo explicar la
expresión de mi rostro cuando obedecía sus instrucciones, creo que alguna vez
lo experimentaste, más era verdad, si sanaba la herida. Después de un tiempo
entendí el proceso y conocí las propiedades sanadoras del limón.
Hoy me estuve cuestionando
si había algún método milagroso para sanar las heridas del corazón, porque es
bien sabido para todos que la vida es un camino lleno de retos y obstáculos y
tratando de vencerlos nos dolerá, sin duda así es.
Y entendí algo, las heridas
del corazón no difieren mucho de las del cuerpo excepto en algo. LA VOLUNTAD.
Las heridas del corazón se
curan sólo en la medida en que tú te apliques
a sanarlas, en la medida que tu decidas, es decir en el tiempo y los
medios que tu emplees para que la herida sane. El dolor no lo podrás evitar,
así que es bueno aceptarlo, aceptar que somos humanos, con debilidades y que
sólo se es fuerte cuando se acepta la debilidad.
Así que el primer paso ya
está dado. ¿Cómo podrías superar un obstáculo si no aceptas que este existe?
Pues de igual manera ¿Cómo podrías superar un momento de dolor si no aceptas
que está presente e intentas evadirlo? Pues bien, la aceptación es la llave que
abre la esperanza de la solución, y ¿Cuál es la solución? No siempre sanarás la
herida con los medios que tú buscas pues son medios que no funcionan, pero
existe algo más efectivo, y tu ya lo conoces, sí así es, el “LIMÓN”, y en este
caso te tengo una buena noticia, te arde sólo si no lo usas y sin duda te lo
aseguro que sanarás.
Pero, ¿De qué LIMÓN me estás
hablando? ¿Quién es que hace tantos milagros?, pues tu responde ¿quién es el
único que puede obrar milagros en ti si tu lo permites?, Pues sí es DIOS, sólo él
puede sanar esas heridas tan profundas, las heridas del corazón que surgen de
muchas situaciones que nos toca vivir y para las cuáles no siempre estamos
preparados, pero para las que siempre estaremos acompañados.
Una vez escuche decir que el
dolor tiene que ser compartido para ser comprendido, pero no sólo eso, también
tiene que ser aceptado para ser sanado. Yo ya encontré la cura a mis heridas
físicas y espirituales y lo mejor del caso es que para nada es amargo y tampoco
arde. TODO LO CONTRARIO.
Autor: Myriam Orozco.
No hay comentarios:
Publicar un comentario