viernes, 6 de diciembre de 2013

El niño del tambor.



Diciembre es sin duda mi mes favorito, gracias a Dios viví una infancia maravillosa, y tengo los más hermosos recuerdos de todas las navidades al lado de mi familia y mis seres queridos, mis padres se encargaron de hacernos vivir cada  navidad de una manera muy especial y llena de fe, principalmente, entre tanta cosas, esperar al niño Dios fue la más grande ilusión del corazón recuerdo con cariño esos cuentos e historias de Navidad que ahora comparto con ustedes, que se que ya conocen, y que nos dejan un gran mensaje de lo realmente importante de la Navidad, La historia de “El niño del tambor”.
 
 
En un lejano país, se divisa un gran campo donde hay estancias productoras de ganados varios. Y por otro lado plantaciones agrícolas. Cercano a la casa de los estancieros estaba un rancho donde vivía un matrimonio que trabajaba en una de las estancias, ese matrimonio tenía un hijo, a este niño lo llamaremos Daniel como en el cuento original.

En aquel tiempo el niño era integrante de un coro de niños, que cantaban canciones de Navidad. Cada navidad el día que se recuerda el nacimiento del niño Jesús, todos llevaban un presente al niño, que se simbolizaba con un pesebre (una choza de paja) rodeada de animales de la estancia, vacas, ovejas, cerdos y otros. Daniel, el niño humilde, siempre estaba alegre, así como expresa su rostro.
 
 

A pesar de ser de familia humilde económicamente, era un niño de corazón muy bueno, sus padres ya le hablaron de Dios, de Jesús adulto y de cómo nació Jesús. Y también el conmovido en su tierno corazón de amor, quería llevar un presente al niño Jesús, como hacían los otros. Pero el no tenía nada material para presentarle como ofrenda. Pero así como ternura y amor reflejaba su rostro, también poseía una gran virtud recibida de Dios. Una melodiosa voz que reflejaba su sencillez espiritual.

Cuando una vez, repentinamente, miró al cielo, con una alegría que se manifestó en ese instante en su pecho:

Más que una alegría fue un gozo interior, porque el espíritu de Dios le iluminó en lo que podía ofrecer al niño Jesús, en el día que se celebra su nacimiento, fue cuando  Daniel dijo para sí,  voy a ofrecer al niño mi canción al son de mi rústico tambor, que es todo lo que tengo.

Lo que toco mi corazón, en este cuento es su final cuando Daniel dice en su canción para el niño Jesús: “Cuando Dios me vio tocando ante él, me sonrió”.

Estas palabras sólo pueden salir de un alma totalmente limpia y llena de Dios, como sólo los niños saben hablarle y llegar a él, con esa sencillez y pureza de alma. Por ello, dedico esta publicación a todos aquellos niños y adultos que siguen guardando en su interior todas esas ilusiones que sólo Dios puede hacer surgir.

“Sólo aquellos de corazón puro, podrán sin dificultad, al final del camino, encontrarse con Dios.”
Autor: Myriam Orozco.

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