lunes, 30 de diciembre de 2013

Humildad: Luz del alma.





Ser humilde no significa pensar menos de ti, sino pensar menos en ti.

La humildad es la virtud más sublime que el ser humano puede tener, pero esta puede confundirse con una falsa humildad al pensar que  está relacionado con algún aspecto externo,  la humildad como cualquier virtud, está arraigado en el ser, y no hay mayor inteligencia que la del “ser”.
Una persona humilde es un alma que brilla de una manera única, una persona humilde se dedica a “ser” sin hablar, es decir, deja que las personas que le rodean descubran sus virtudes y talentos sin mencionarlos, en eso radica su grandeza, un alma humilde implica una sutileza tan especial como sólo la puede dar la sencillez y simplicidad del ser.

Una persona humilde se reconoce importante, sabe cuál es su valor en el mundo, es decir, no piensa menos de ella ni da lugar a que piensen menos de su persona, pero la grandeza de un alma humilde radica en saberse totalmente pequeña ante Dios, se sabe en sus manos, se rinde a su voluntad y la acepta con amor, aunque le cueste entender lo que sucede a su alrededor siempre habrá esa paz de saberse en manos de quien más la ama.

Cuando tú tienes la humildad de rendirte a la voluntad de Dios con paz, eso te hace grande y por supuesto que eso es ser realmente inteligente, pues estar unido a Dios es sin duda un acto que implica voluntad, decisión, perseverancia y mucha determinación, pero sobre todo mucho amor.
 
Trabaja en multiplicar los dones que Dios te dio, nunca dejes de brillar, da siempre lo mejor de ti, pero deja que sean los demás quienes te lo reconozcan,  y si no es así, si no tienes el reconocimiento de nadie , sabrás que tu valor es igual o mayor pues sabes lo que eres, de dónde vienes y a dónde vas, al cielo, un alma sin límites, esa es un alma humilde.

Todo nos habla de Dios, el siempre habla a través de cualquier detalle por insignificante que parezca, solo debemos tener la humildad de  reconocerlo, pues dime, que no viene de él?.  Te diré algo, cuando tengas  la humildad de reconocer que estás en manos de Dios, tu vida tendrá un sentido diferente, pues sabrás que estás hecho para lo más grande y entenderás que todos los seres humanos están hechos para la misma grandeza.

Recuerda siempre esto, las cosas no las vemos como son, las vemos como somos.

Autor: Myriam Orozco.


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