La vida de cada ser humano es un mundo inmenso por descubrir y que sólo será posible en la medida en que sepamos acercarnos con una mirada profunda, que sepa ver más allá de apariencias
Es
natural que ante el dolor y el sufrimiento de una persona la reacción de
quienes lo rodean sea compasión y la preocupación especialmente de quienes son
cercanos. Pero a veces esta “compasión” es meramente un sentimiento y una
sensación que se queda únicamente en eso.
La
verdadera compasión se expresa en la acción, en un compromiso y una cierta
responsabilidad ante el dolor y el sufrimiento ajeno.
El
beato Juan Pablo II hablando sobre la acción Solidaria dice: “No es un
sentimiento superficial por los males de tantas personas cercanas o lejanas, al
contrario, es la determinación firme y perseverante de empeñarse por el bien
común; es decir, por el bien de todos y cada uno, para que todos seamos
verdaderamente responsables de todos.
No
se puede comprender la realidad más profunda de los demás si no se tiene
reverencia y compasión.
“El
hombre reverente no llena al mundo con su yo, si no que otorga a los seres el
espacio que necesitan, entiende la dignidad y la nobleza que entraña al ser
como tal , por tanto la reverencia capacita la mirada del espíritu para
observar la naturaleza más profunda de cada ser y permite que se muestre en su
esencia”.
Autor:
Álvaro Díaz. Catholic Link.
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